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Miguel Felipe Rastrero: El Pulso Perdido Contra la Cúpula de VOX Canarias

  • minervarodriguezma
  • 10 feb
  • 3 Min. de lectura

En la telenovela interminable que es VOX Canarias, Miguel Felipe Rastrero ha decidido bajarse del barco antes de que termine de hundirse. El ya exconcejal de la formación en Puerto del Rosario ha hecho lo que muchos de sus compañeros han ido haciendo en fila india: renunciar al partido, harto de las imposiciones y los tejemanejes de la cúpula regional. Sin embargo, su salida no ha sido silenciosa, ni mucho menos. Antes de marcharse, le echó un pulso al Comité Ejecutivo Provincial y dejó una bomba sobre la mesa: el presidente del partido en la provincia, al que ha señalado por presuntos intereses personales en la explotación de tierras raras en la isla.

Para añadir más sal a la herida, mientras Miguel Felipe Rastrero anunciaba hoy su dimisión, su antiguo compañero de batallas, y de muchas cenas en Madrid, Alberto Rodríguez, era encumbrado como portavoz nacional de Industria de VOX. Rodríguez, hombre de confianza de la cúpula y vinculado al Opus Dei, ha sabido jugar sus cartas y mantenerse en la órbita de poder del partido. Rastrero, en cambio, pasó de ser vicesecretario de Organización en Canarias a convertirse en un paria dentro de la formación.

Su caída en desgracia comenzó justo después de las elecciones, cuando los resultados en Fuerteventura fueron un desastre. En lugar de asumir responsabilidades colectivas, la dirección de VOX hizo lo que mejor sabe: buscar un chivo expiatorio. Rastrero fue degradado y relegado a un segundo plano, quedando claro que su voz ya no importaba dentro del partido. Lo que antes eran cenas con Rodríguez y viajes a Madrid como dirigente clave de VOX en las islas, se convirtió en un silencio incómodo y en la constatación de que, en este partido, quien no cumple el guion acaba fuera. Hoy, uno sube y el otro se va. La lección es clara: en VOX, la lealtad no es a los principios ni a los votantes, sino a la cúpula.

Las tierras raras, el detonante de la guerra interna

La cuestión de las tierras raras ha sido la gota que colmó el vaso. Mientras en VOX Canarias intentaban jugar a la ambigüedad, Rastrero decidió votar en contra de las prospecciones mineras en el pleno municipal de Puerto del Rosario. ¿Su recompensa? Un expediente disciplinario y el absoluto ninguneo por parte de la cúpula del partido. La traición quedó consumada cuando VOX, en el Parlamento de Canarias, apoyó la explotación de estos minerales estratégicos, dejando a Rastrero como un verso suelto y, en la práctica, como un muerto político dentro de la formación.

Pero el concejal no se quedó callado. En un movimiento que hizo saltar todas las alarmas internas, Rastrero acusó directamente al presidente del partido en la provincia de tener presuntos intereses personales en el asunto. ¿El motivo? Este dirigente, casualmente, es propietario de terrenos rústicos en la isla que podrían beneficiarse si las explotaciones salieran adelante.

Pulso contra la cúpula: el que se mueve, no sale en la foto

Rastrero intentó resistir, pero VOX Canarias no es precisamente un espacio abierto al debate. En un partido donde el "ordeno y mando" es la norma, enfrentarse a la cúpula regional es como poner la cabeza en una guillotina. La respuesta fue inmediata: aislamiento, silencio y la sensación de estar condenado de antemano.

Por si fuera poco, el cierre repentino de la sede insular fue la puntilla definitiva. Sin espacio físico, sin respaldo de la dirección y con un partido más preocupado por el servilismo a Abascal que por las necesidades locales, Rastrero entendió que su tiempo en VOX había terminado.

VOX Canarias: un partido en descomposición

La salida de Rastrero no es un caso aislado. Marta Gómez, Rosa María Altafaj, Ginés González y Janoa Anceaume han tomado el mismo camino en los últimos meses. La estructura de VOX en Canarias se tambalea, y cada dimisión es un nuevo clavo en el ataúd de un partido que, a este ritmo, podría quedarse sin representación real en las islas.

Pero lo más grave no es la desbandada de cargos públicos, sino la falta de autocrítica. Mientras las filas de VOX Canarias se vacían, la cúpula sigue actuando como si nada pasara, repitiendo el mismo discurso vacío de siempre y tratando a sus propios representantes como piezas desechables.

Miguel Rastrero, al menos, ha hecho algo que en VOX parece estar prohibido: pensar por sí mismo. Ha desafiado al aparato, ha denunciado lo que considera turbios intereses dentro del partido y ha preferido quedarse en el Grupo Mixto antes que seguir sometiéndose a una estructura que castiga a los que se atreven a discrepar.

En Canarias, VOX ya no es sinónimo de partido fuerte ni de alternativa real. Es sinónimo de crisis, de purgas internas y de un liderazgo cada vez más desconectado de la realidad. Y con el ritmo de deserciones que llevan, la única pregunta es: ¿quién será el siguiente en saltar del barco?


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